Para ti, para tu palabra

Déjame imaginar que me encargaste un poema

Que con él harás tu fiesta

y visitaré tu casa cada que lo leas:

 

Aquí donde la piel pierde su color

donde el cabello enmudece

y la lengua se aparra pronunciando no más que lo mismo;

se cuela el amor.

 

Llega el calor de esas manos

Caminando entre luces de los reflectores

Invisibles y concretas,

rasguidos de uñas, vapor de tus poros.

Desvaneciéndose por la torre de vigilancia

Y cobrando forma en la fría plancha de esta celda

Hasta aquí, donde la gente y los carros detuvieron su

marcha y las imágenes perdieron el mañana

esperando nuestra salida

para recobrar los rumbos,

 

Posando en tu cobija,

buena azúcar y buena sal,

en la insipidez,

recibo tu aliento

rumor y grito rebelde

manantial de fuerzas que se aloja en mis venas.

 

Recordar tu palabra es mi armadura,

escondite secretísimo

dentro del encierro metálico

bajo la negra casaca del comandante y sus custodios.

 

Esa voz sembrada en mi pensamiento

caricia nocturna

prolongada hasta la mano que escribe

vacío contenido en las ganas,

amarga

cruel

despiadada

ausente

retoña con todo y flores

se erige en fuegos de artificio,

en salmos bíblicos

de ésta mi nueva religión:

La libertad.

 

Oscar Hernández Neri

Centro Preventivo de Readaptación Social. TEXCOCO.

11 De julio de 2014

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