A Coatlinchán sólo le quedó el orgullo de ser sitio original de Tláloc

Saludos.

En la jornada publican un artículo sobre los sucedido en la comunidad de Coatlinchán, cuando el gobierno federal decidió llevarse el Tlalóc. Citamos algunos fragmentos a continuación:

tlaloc chicoloapan

Las campanas de la iglesia de este pueblo repicaron intensamente hacia la media noche del domingo 23 de febrero de 1964.

 

Los coatlinchenses acudieron sorprendidos al llamado de urgencia. Un grupo había tomado ya la decisión de manifestar su enojo por la decisión del presidente Adolfo López Mateos de sacar a Tláloc de la barranca de Santa Clara.

Dotadas de marros, machetes y cuchillos, en la madrugada del lunes 24, unas 50 personas caminaron media hora desde el atrio del templo de san Miguel Arcángel hasta el lecho de un arroyo donde había estado el monolito por siglos, para sabotear lo que consideraron un despojo.

 

 

Los diarios de la ciudad de México no dieron cuenta del hecho el martes ni los días posteriores, pero los semanarios Impacto y Alarma! publicaron las primeras versiones de prensa en marzo.

 

En defensa de su dios Tláloc, se amotina el pueblo de Coatlinchán, tituló Impacto.

 

¡Dejen a Tláloc en Coatlinchán! En vez de traerlo, hacer allá un centro de atracción turística, cabeceó Alarma!

Había que preparar las condiciones físicas del traslado, y para eso fue contratada la Constructora y Urbanizadora Francisco Alonso Cué, que designó residente de obra exterior en Coatlinchán al ingeniero Alfonso Tovar, entonces de 27 años.

 

Se sublevaron los del pueblo, le dijeron a Tovar cuando volvió de su descanso en la ciudad de México. Minutos antes había observado que la madera no estaba en el almacén.

…habían ponchado las 72 llantas de dos tractocamiones que estaban prácticamente listos para cargar el monolito de 167 mil 55 kilos (167.055 toneladas). Los cristales de las cabinas estaban hechos añicos. A los tanques de gasolina les introdujeron tierra.

Tovar reportó el hecho aquella misma mañana a la constructora y de inmediato recibió una orden desde la ciudad de México: silencio total.

…Antes de la revuelta, en una asamblea de mayo de 1963 se aprobó donar la piedra, aunque a cambio se hizo pública una lista de demandas: pavimentación del entronque con la carretera México-Texcoco, escuela primaria hasta sexto grado, centro de salud, pozos de agua y equipos de bombeo.

 

Semanas después se arrepintieron muchos, dice Pedro García, de 75 años. Pero ya no había forma de echarse para atrás. Se firmó un acta y había que cumplir, rememora quien en 1964 se ganaba la vida como obrero en la ciudad de México.

Coatlinchán perdería su atractivo, fuente de ingresos comerciales para muchos vecinos que aprovechaban la visita de turistas nacionales y extranjeros. Pero sobre todo, los coatlinchenses perderían un objeto único en México que había acompañado la vida de su comunidad desde 1885.

…Los coatlinchenses narran que el monolito fue descubierto por unos campesinos dedicados a la producción de carbón. Al cavar una era para incinerar troncos, toparon con el brazo derecho de la escultura. Poco a poco retiraron la tierra hasta llegar a la parte tallada y dejar libres los costados.

Los campesinos dijeron haber encontrado una piedra de tecomates y el pueblo adoptó el nombre.

…Horas después de la revuelta, el ejército ocupó las calles de Coatlinchán.

 

Había soldados en cada esquina, afirma García, quien un tiempo fue tesorero del comisariado ejidal.

 

En las noticias de los diarios de la ciudad de México, el 25 de febrero, no hubo nada respecto de Coatlinchán. Se ocuparon del desplome de un avión de Eastern Airlines en Nueva Orleáns, y de una gira presidencial en Sonora.

 

Las secciones de noticias estatales publicaron una breve nota policiaca, acerca de un desquiciado que mató a una persona en una iglesia de Teotihuacán, a unos 30 kilómetros al norte de Coatlinchán, pero nada sobre lo sucedido aquí, en este pueblo del municipio de Texcoco, estado de México.

A consecuencia del sabotaje, la fecha de traslado se pospuso un mes.

El gran viaje de Tláloc terminó a la 1:30 del día 17, después de un torrencial y atípico aguacero, según reportó Excélsior en su primera plana.

En opinión de algunos coatlinchenses, el retiro del monolito también dejó un sentimiento de pérdida.

Nada más nos adelantaron las obras, dice García, aludiendo al hecho de que con el tiempo, los pueblos vecinos de la región habrían de tener también nuevos servicios e infraestructura, sin tener que ceder algo de su patrimonio.

No teníamos por qué hacer un trueque, dado que el gobierno tiene la obligación de dotar a los pueblos de lo primordial, afirma Suárez, el cronista local. Yo sí lo siento como un despojo.

Es además creencia en la villa que Coatlinchán ha perdido su fuerza de atracción de lluvias.

Es muy notorio que cuando aparecen nubes por aquí, sólo las vemos pasar hacia la ciudad de México o a Ecatepec. Desde que se llevaron la piedra ya no llueve igual.

Continúa en: http://www.jornada.unam.mx/2014/04/21/cultura/a07n1cul

 

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