El NAICM, un proyecto ecocida que debe cancelarse

Eduardo Armando Rincón Mejía
Profesor Investigador del Programa de Energía de la UACM

Desde el anuncio de la que sería la obra más costosa y trascendente del sexenio del Lic. Enrique Peña Nieto, el llamado “Nuevo Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México” (NAICM), muchas voces manifestaron su rechazo a esa obra faraónica, alegando un sin número de razones que el tiempo ha venido corroborando su total validez.

Entre éstas se incluyen la de muy destacados científicos y técnicos (como el Ing. Javier Jiménez Espriú, ex Director de la Facultad de Ingeniería de la UNAM), y el mismísimo ex jefe de la CONAGUA en tiempos del espuriato de Felipe Calderón, el Ing. José Luis Luege Tamargo; muy diversos especialistas en mecánica de suelos, hidrología, vías terrestres, pero también juristas, economistas y administradores. Todos estos especialistas han dado la razón a los principales afectados por este ignominioso proyecto de muerte: los pobladores del Valle de Texcoco, región donde se encontraba el lago salobre del mismo nombre. Al norte de éste se quedan los vestigios de los lagos de Zumpango y Xaltocan, y al sur los de Xochimilco y Chalco, estos últimos de agua dulce. Toda esta región del Anáhuac era un verdadero Paraíso Terrenal, con multitud de especies endémicas de peces, anfibios, reptiles, y plantas, que gozaba de un clima estupendo gracias a la termorregulación de los cuerpos de agua. Mucha de esta biodiversidad trágicamente ha desaparecido, pero aún queda un espacio que es visitado por decenas de miles de aves migratorias que viajan desde Canadá, cruzando por los Estados Unidos, y aquí se reproducen y aún prosperan, a pesar de todas las obras ecocidas que se han venido realizando prácticamente desde la Conquista, como el Tajo de Nochistongo, y el tiradero a cielo abierto del bordo poniente, como ejemplos emblemáticos de nuestra desmedida estupidez.

aeropuerto debe cancelarse

Como se mencionó antes, muchos especialistas han objetado la construcción del citado aeropuerto, que no es más que un megaproyecto como todos los que se tratan de implementar en un esquema de economía neoliberal: un gran negocio para un puñado de oligarcas, realizado vía un gran despojo de los pobladores originales –los hijos- de la Tierra y los bienes de la naturaleza. Una fastuosa obra financiada en gran medida con dineros públicos (¡incluye a 4 afores!) para el enriquecimiento desmedido de estos oligarcas, no importándoles el terrible daño ambiental, la destrucción de la herencia histórica de nuestros ancestros,… ¡un verdadero despojo, un crimen inadmisible!
La mayoría de las objeciones se basan en una muy justificada sospecha de corrupción en la adjudicación de los contratos para las obras y servicios y sus sobrecostos descarados. Adjudicaciones directas –esto es, sin licitaciones- a conocidos grupos de plutócratas que se han visto favorecidos desde la instauración del neoliberalismo en México. Los nombres Carlos Hank Rhon, Carlos Slim, Olegario Vázquez Aldir, Bernardo Quintana, Hipólito Gerard… saltan a la vista).

Otras voces advierten sobre la inconveniencia técnica de construir sobre un terreno que inexorablemente se hunde (y de manera muy dispareja), lo que ocasiona gastos enormes en su estabilización para la posterior construcción de pistas y edificios encima de éste, y el posterior mantenimiento que permanentemente se tendría que dársele a costos estratosféricos. El Ing. Luege Tamargo menciona la inhabilitación de la costosísima infraestructura de bombeo llamada “Casa Colorada”, y el consecuente riesgo en que ahora está la población aledaña, muy vulnerable a inundaciones.
La construcción de dicho aeropuerto implicaría la cancelación de la posibilidad de rehabilitar la zona lacustre original, que sí es un proyecto en el que tantos especialistas plantearon para recuperar la riqueza ecológica del Valle de México y revertir su deterioro ecológico. Sería cancelar la esperanza, el sueño de recuperar el esplendor y bonanza de una ciudad sustentable.

Como cabía esperarse del proyecto de un gobierno corrupto hasta el tuétano, donde quiera que se examine se encuentran transas e irregularidades, por decirlo con un lenguaje no altisonante. Como un simple ejemplo poco citado, y de relativa poca importancia, se viola flagrantemente la NOM-083-SEMARNAT-2003, que expresamente prohíbe la construcción de aeropuertos en las cercanías de un basurero (la norma especifica que debe haber más de 13 km de distancia entre un aeropuerto y un relleno sanitario). ¡El tiradero a cielo abierto más grande del mundo –no debidamente clausurado, de acuerdo con la misma norma, que no llega ni a ser relleno sanitario- está justo en frente, en las inmediaciones de la zona en donde se quiere construir el NAICM!
Otro vergonzoso ejemplo es el escandaloso consumo de gasolina robada (es decir, del “huichicol”), reconocida ya por la misma Comisión Especial de la Cámara de Diputados encargada de supervisar la obra, que preside el diputado Rafael Hernández Soriano, que los camiones que transportan material arrancados de las localidades vecinas hacia el aeropuerto. Increíble que esto suceda, se sepa, ¡y no pase nada!
La amenaza a las aves locales y migratorias, mucho más que el riesgo aviario a los aeroplanos, es inaceptable. ¡Nunca los aspectos economicistas deben prevalecer sobre los ecológicos! pues a la vida NO se le puede poner precio, aunque así lo pretendan los neoliberales, que están dispuestos a vender lo que sea.

No ahondaré sobre lo que ya con amplitud y profundidad se ha ventilado acerca de la inviabilidad económica, ecológica, social de este nefasto proyecto por verdaderos expertos, técnicos, y científicos. Sólo quisiera resaltar que este proyecto (al igual que los gasoductos, supercarreteras para que quepan más autos, y por regla general a todos los megaproyectos neoliberales) va a contrapelo de lo que es una urgencia mundial: la reducción de las emisiones de gases de efecto de invernadero. Hoy amanecimos con 410 ppm de CO2 en la atmósfera, nivel que no se había tenido desde hace millones de años. Urge reducir esta concentración a menos de 350 ppm para que la atmósfera recupere su estabilidad térmica, si queremos sobrevivir como especie. Pero en lugar de reducir esta concentración, cada año está subiendo más de 2 ppm, lo que es el preludio de una catástrofe climática.

Un creciente porcentaje de estas emisiones provienen de las aeronaves. De hecho, el transporte aéreo, es el menos eficiente en términos energéticos. Lo sensato sería disminuir, contener el despliegue de más aviones y privilegiar el transporte marítimo y ferroviario, sobre todo en rutas cortas. El pretendido NAICM se promociona con el argumento de “cuadruplicar la capacidad de carga aérea en el área metropolitana”. Esto es por lo menos suicida, pero hay unos pocos a los que la vida les importa… poco esto, ante el delirio de lograr una acumulación de capital inmensa, a costa del resto de la población y del ambiente, por supuesto.

Apoyamos firmemente las justas demandas de la COORDINADORA DE PUEBLOS y ORGANIZACIONES DEL ORIENTE DEL ESTADO DE MÉXICO EN DEFENSA DE LA TIERRA, EL AGUA y SU CULTURA.

Su lucha es la nuestra, nos va la vida en ella.

¡No al Nuevo Aeropuerto de la Ciudad de México!

¡Sí a la defensa de los bienes de la Madre Tierra, de nuestros Pueblos y nuestra Cultura!

Fuente: https://www.facebook.com/permalink.php?story_fbid=999228093560291&id=153068474842928

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