Encuentro de Artesanos e IIFAEM

Saludos.

Por medio de un boletín en su sito oficial, el H. ayuntamiento de Chicoloapan informa sobre el encuentro de artesanos.

Que organizó certeramente el señor director de turismo, Rafael Guerrero Mendoza como parte de la administración municipal. Asistieron como invitados  algunos integrantes del H. cabildo del ayuntamiento de Chicoloapan; y los licenciados Antonio Cortés Pérez y Alberto Valdez González, representantes del Instituto de Investigación y fomento a las artesanías del estado de México, IIFAEM, quienes dieron a conocer los programas que se ofertan en esta institución, para optimizar y promocionar los diferentes tipos de artesanías que existen en nuestro estado.

 

Esta reunión fue todo un éxito, porque asistieron 50 artesanos que al finalizar obtuvieron su credencial y registro ante el citado instituto, además, de que 30 de ellos recibirán capacitación. Como podemos constatar, este evento forma parte del esfuerzo e iniciativa del señor presidente municipal de este lugar, Lic. Andrés Aguirre Romero, “su pasión por servir” a todos los pobladores que gobierna, y que en esta ocasión mostró su interés por los artesanos que llegaron a exponer una pequeña muestra de lo que producen.

Como evento cultural se disfrutó de una obra de teatro presentada por el laboratorio teatro Casa de la Cultura Tlalmanticalli que se llamó “Quinto Sol” y una crónica sobre la artesanía del barro.

Por otra parte la cronista municipal comparte un interesante texto en el sitio de gobierno

La brújula de este trabajo es la historia oral como una valiosa metodología que aborda el estudio de las sociedades y nos da una visión de lo que es y era, en este contexto, el mundo rural; y es al historiador y al cronista en especial, a quienes les corresponden validar y complementar, a partir del estudio de los testimonios orales, de la memoria viva; una visión histórica del acontecer local de los pueblos.

Cual importante es retomar la oralidad cuando ésta nos reporta eventos y nos da una percepción más integral del entorno en que se entrelaza lo imaginario y la veracidad para recordar sucesos que ocurrieron en el pasado conforme a su propia versión, para ello dispone de dos grandes herramientas de trabajo que son: la metodología documental y el legado oral, ambas importantes, dado que las dos estudian la diversidad cultural y étnica de los grupos humanos y concretamente de los chicoloapenses.

La alfarería aparece desde el periodo protoneolítico y podemos colegir que ya desde esa época remota, se empezó a trabajar el barro en toda mesoamérica. En el municipio de donde soy cronista municipal, podemos afirmar que desde hace unos 4,500 años se trabajaba el

barro por el descubrimiento del sitio de Chicoloapan, que data de ese entonces y en el que se encontraron vestigios de cerámica y precerámica, además de los restos de figuras de deidades, de vasijas, halladas al edificar los lugareños sus casas, que datan de la época precolombina, esto constata la existencia del trabajo artesanal, como una tradición ancestral de nuestro pueblo.

ENTREVISTA

Para dar a conocer el oficio de artesano del barro, nos acercamos al señor Fernando Guadarrama Ángeles, que vive y tiene su taller en la calle de Guadarrama en Chicoloapan. México, al iniciar la entrevista nos expresó: me dedico a la alfarería y junto con mi hermano trabajamos la maceta, la ollas para fabricar piñatas, hongos, soles, lunas, eclipses y uno que otro modelo de jarrón, es decir, todo lo que se relaciona con el barro. Nuestro oficio de alfarero lo iniciamos cuando mi papá empezó a trabajarlo, en un tiempo determinado y al morir nosotros lo continuamos, en el presente laboramos en el taller unas diez personas, hasta que Dios nos lo permita.

Fue mi señor padre quien empezó a fabricar macetas, cuando al rentarle un terreno a un alfarero que llegó del rumbo de Contreras y lo vio hacerlas, le gustó y se interesó en este oficio. A partir de ese momento seguimos trabajando lo mismo, además, de que cuando mi abuelo vivía tuvieron un horno de tabique, desgraciadamente yo

no lo conocí, pero mi papá nos contaba que él trabajó mucho el ladrillo, pero poco a poco se fue acabando la tierra y al no contar con ella ya no pudo conservar el horno.

Nuestro entrevistado nos pasó al interior de su taller y nos mostró los pasos que se llevan a cabo para fabricar las macetas, que son las que albergan las flores y plantas que adornan y decoran los pasillos, patios, rincones y corredores de nuestras casas y que con tanta felicidad cuidamos.

Ya adentro, nos enseñó como desde que les traen la tierra del monte, la dejan un tiempo orear. En lugar donde la almacenan es bastante amplio y esta siempre lleno de tierra para no parar la producción, cuando la tierra está seca, la llevan dentro del taller para iniciar la confección de la figura, la extienden en un lugar donde la pisan, porque al estilo del pan que se procesa en las panaderías, no debe tener grumos para facilitar la hechura del producto, calculando lo que van a utilizar en una semana.

En seguida le ponen la borra tipo “pelusa”, que sacan de una hierba, la mezclan con la tierra para que la masa quede porosa y bastante fina. Después, la tapan para que mantenga el grado de humedad adecuado y no se seque, además de resguardarla por si llueve.

De esta masa se calcula la porción que se va a utilizar para llenar un molde, que ya se tiene preparado en un torno, hecho con una base de yeso y sus patitas de varillas.

Enseguida la llevan en una mesa que ya tiene espolvoreada tierra muy fina para que el preparado no se pegue, esta operación se lleva a cabo con el mismo sistema como se hace una pizza, que con tanto gusto comemos y que al contemplar como la elabora el pizzero, admiramos su destreza al manipular el amasijo, que se transforma en una pieza redonda y consistente, después de amasarla y golpearla con una plancha de metal espolvoreada, también con la misma tierra que se le puso a la mesa, se aplana para extenderla y se pueda manipular con facilidad, se pasa al molde y se modela con las manos para que adquiera la forma de maceta, auxiliándose con el torno; se deja reposar un día para que amacice y se pueda deshojar, porque si se saca antes la pieza se cuelga, ya libre del molde, se deja orear unas horas, se pasa nuevamente al torno donde con una esponja mojada con agua, se afina y se le da el acabado final y artístico que todos admiramos cuando los vendedores nos la muestran para que la compremos.

Si la maceta tiene figura, ésta se pule con más cuidado, de ahí se deja secar un día para cocerla.

El horno que visitamos tiene una capacidad para estibar unas 500 a 550 unidades, las que se acomodan muy bien,

antes de cerrarlo con tabiques y encenderlo. Para alimentarlo se utiliza el aserrín, porque al ser deshecho de madera, nos dijo el alfarero, no contamina. La horneada dura ocho horas, a diferencia del tabique que se cuece en setenta y dos, y la teja en veinticuatro. Si la maceta se pasa de este tiempo de cocimiento, se revienta.

Existen dos tipos de barro: el negro y el rojo, el primero se utiliza para hacer los tabiques y el segundo para producir las macetas y otras figuras, por ser más chicloso y al cocerse adquirir ese color naranja tan peculiar en las piezas de barro que les dan ese tinte tan alegre y propio de nuestras artesanías.

Hay aproximadamente cien modelos de maceta, algunos ya no se trabajan, entre los más cotizados se encuentran: el de taza, el de equis, de cilindro, de cigarro y de alcatraces, entre otros; incluso, hacen varios tipos de jarrones, soles y hongos.

CONCLUSIÓN

El progreso trae nuevas tecnologías, hace a los pueblos más citadinos, pero también acaba con sus tradiciones y afecta lo que es su identidad y su cultura, heredadas desde tiempos remotos; es el caso del pueblo de Chicoloapan, que fabrica soles, jarrones, macetas tabique, ollas; que contribuyen a mantener su economía y a embellecer nuestro estado, de ahí que las comunidades deben de contribuir a preservar y proteger su patrimonio cultural,

porque esto redunda  en su identidad y estimula el interés de conocer nuestra región.

Resumiendo, la cronista municipal propone al pueblo de Chicoloapan y a sus autoridades municipales, que independientemente de la administración que gobierne, su misión debe de ser constructiva hacia estas actividades y que se den amplias facilidades para que puedan preservarse; se busquen fuentes alternativas de energía sustentable, armónicas con el cuidado del medio ambiente.

La alfarería en Chicoloapan tiende a desaparecer, pero está en el talento de sus habitantes, de la propia gente involucrada que piensan con esperanza y optimismo, que miran hacia el cielo, que son los artesanos mismos quienes habrán de buscar métodos más modernos para operar sus hornos; que sería fabuloso, como sueñan los jóvenes chicoloapenses, utilizar la energía del sol para rescatar la artesanía del barro que como tradición y herencia histórica les donaron sus antepasados, porque en realidad, son los alfareros, con el apoyo de sus gobernantes, los que tienen que buscar nuevas opciones, en defensa de sus intereses.

Chicoloapan fue hasta hace poco un pueblo rural, pero la expansión urbana le ha quitado su vida comunitaria, sus actividades agropecuarias y artesanales, que están siendo remplazadas por la de los servicios y el comercio y aunque la llegada de la modernidad ha sido lenta y su cotidianidad se resiste a desaparecer, lo mismo que su espacio existencial, el progreso va ganando terreno.

La relación campo- ciudad que permanecía hasta casi a fines del siglo XX, su intercambio cultural y agropecuario con la Ciudad de México, están siendo arrasados por la metropolización y la sociedad de masas; la proliferación de unidades habitacionales le han quitado su espacio rural al pueblo, a su pasado; donde el arraigo a sus tradiciones se manifestaba en esa vida que le daba el toque de provincia mexicana que conocemos a través de la oralidad que al ser trasmitida por las narraciones de los abuelos que vivieron y conocieron su historia, que se basan en sus propias experiencias y en los lazos familiares; esa historia reciente que se alimenta con las vivencias que aún conservan algunos pobladores, que se rescatan en alguna reunión familiar, en una tarde de domingo o en una lunada frente a una fogata.

Fuente. http://www.chicoloapan.gob.mx/cronica-de-los-artesanos-de-chicoloapan/

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