Reclusorio Molino de las Flores
Texcoco, Estado de México a 18 de Marzo de 2018.
QUERIDOS COMPAÑEROS Y COMPAÑERAS
ESTUDIANTES DE LA PREPA 55
GRUPO 106 M
Recibí 15 cartas de ustedes, todas muy significativas para mí. Escritas por iniciativa de la maestra Ángeles, a quien saludo con cariño y respeto, me transmiten su buena vibra, sus bellos mensajes de apoyo, sus jóvenes pensamientos fraternos y también sus legítimas dudas e interrogantes.
Algunos de ustedes me reconocen y agradecen por haber participado en la fundación y construcción de la Prepa, escuela que ahora aprecian. Me hacen saber que si algo me enorgullece de ello, es que aquí estudian y trabajan personas que, comprendiendo al otro, se solidarizan y tienden su mano a un semejante, aunque no lo conozcan. También me es grato darme cuenta que dudan, que se preguntan por mi inocencia respecto a la muerte por la que me criminaliza el gobierno. La escuela es para eso, para aprender a dudar y a buscar respuestas. Duden, pregunten, investiguen. Pero duden de mí y duden también de la Procuraduría, del juez, y de la policía, de su inocencia. Y duden de ustedes mismos, para abrir las puertas de la comprensión y para derribar los muros del dogma, de la individualidad egoísta y del mercado esclavizante.
Ahora que percibo sus generosas ternuras me atrevo a confesar algo que no había podido hacer, espero no incomodar a nadie pero necesito compartirlo para aligerar el peso en el alma:
Mi hermano mayor murió enfermo el 20 de Diciembre pasado y no pude despedirlo, ni abrazarlo, ni ayudarlo. Es más, no fui capaza de manifestarle mi amor, cuando estuvo vivo, como si toda nuestra vida de 51 años, hubiera transcurrido en vano. Que mortificación, qué tristeza.
Estar preso, separado de aquellos con quienes habité la casa, la escuela, la organización, los proyectos, los sueños, me ha enseñado a sentipensar. Cobró sentido la frase sabia: “toda criatura que mora la tierra es de mi familia”. Amo a todas y todos los que me respetan, que me aceptan, que dudan como yo y que me comparten su tiempo. Intento aceptar plenamente lo que es, viviendo al máximo instante a instante. Lucho a diario por la libertad, por la liberación de todas nuestras prisiones, de nuestras cegueras y contra el ego que intoxica.
Te envío el siguiente mensaje, antes de que sea tarde:
Ahora soy feliz por el simple hecho de que lees estas líneas, porque tenemos vida y habitamos el mismo mundo. Mientras así siga siendo tenemos oportunidad para hacernos bien y tenemos la opción de expandir nuestra hermandad hasta aquellos que puedan necesitarnos.
Celebro que puedo abrazarte si te encuentro, que puedo evitar juzgarte y que no quieres hacerme daño; todos estamos librando grandes batallas y nos necesitamos.
Te pediré siempre que no me adules para no crecer mi importancia personal, y reconoceré tu perfección a pesar de tu miedo, tu enojo o tu error. Ni sufro ni me vanaglorio, porque mis penas y mis triunfos no son privados ni eternos. Morirán nuestros cuerpos pero trascenderá el espíritu si le heredamos goce a los recuerdos, lejos de tribulaciones y deudas, huellas de la maldad.
Hoy tengo y me tienes, somos la última pieza que hacía falta para completar el rompecabezas del infinito. ¡Gracias!
Oscar Hernández Neri.