Reclusorio Molino de las Flores,
Texcoco, Estado de México a 8 de Mayo de 2017.
Queridos hermanos y hermanas;
Jóvenes estudiantes que participaron en
la movilización del pasado Jueves 27 de Abril;
Organizaciones hermanas solidarias;
Maestros y maestras.
Les escuché pasar con sus altavoces tras el muro de concreto, nosotros estábamos como todos los días y todas las noches, aquí abajo, en el fondo del pozo.
Gritaban consignas; llegaban como rumor los tamborazos de la batucada – saludos a Ermis y a sus pupilos-; los truenos alegres de los cohetones invadieron la modorra necia del medio día carcelario; yo me disolvía queriéndolos imaginar: sudorosos, fatigados por caminar bajo los intensos rayos del sol, pero decididos, sonrientes, fuertes, hermosos y hermosas.
El aliento de cientos y cientos de caminantes me llegaba como el vaho de un animal gigante, portentoso, encantador. Me hizo levitar; me elevé por encima de los demás hasta rebasar las superficies hasta la vista panorámica del contingente: una marea de muchachos y muchachas, estudiantes todos de diferentes preparatorias, los campesinos de FIVAZ y OPEM- CNPA-MN, del Frente de Pueblos en Defensa de la Tierra de Atenco, Los profesores del MMCRE de los organizaciones IDP, CODO4, FERP, Colectivo Durero, Representantes del Movimiento de Unificación Triqui de Oaxaca, de CAUSA Del Municipio de la Paz , del CENTRO DE DERECHO HUMANOS ZAFERINO LADRILLERO, de la UPREZ; de compañeros de Huehuetla; llegando además con la carga en sus espaldas de tres años de lucha y resistencia, hasta el Plantón, conclave de pasados, presentes y futuros, de destino echado a cuestas. Se hizo el mitin.
Una comisión de hermanos y abogados dialogaron con la jueza de mi caso: Guadalupe Moserrat Mendoza de la Cruz. Eregida en la representante de la justicia y el estado de derecho espetó: no considero que Oscar Hernández Neri sea un preso político. Entre otros argumentos, asegura que nadie le ha llamado para decirle cómo actuar en el proceso, que nadie le ha dado línea.
Pero la jueza Guadalupe Monserrat recién llegó al Juzgado, sólo ha testificado diligencias el último semestre de los tres años de proceso más los siete años de fase ministerial. La jueza no se atreve a explicar porque se tuvo que torturar a un maestro para cuadrar la versión del ministerio público en mi contra. La señora de la justicia no dice ni quien ni porque sustrajeron del expediente los dictámenes químicos de la Procuraduría con los que se demostraba la intoxicación de la occisa, cuya muerte me atribuyen, con alcohol y barbitúricos, peritajes que nosotros tuvimos que localizar y reincorporar a la causa nueve años después de realizados. La garante de la ley no se atreve a decir cuántas pruebas se requieren para dejarme libre mientras se colude en la dilación del proceso bajo pretexto de que el Poder Judicial no tiene peritos en toxicología ni tiene presupuesto para pagarlo. La profesional imparcial del derecho se hace ajena y distante de la negligencia con que se ha manejado la Fiscalía Especializada en Delitos Cometidos por Servidores Públicos de Texcoco en la demanda que interpusimos contra el médico forense que decretó muerte por estrangulamiento, del que me acusan, malversando el libro de Toxicología Clínica del Autor Miguel Ángel Montoya Cabrera.
La jueza pasa todos los días en su carruaje de leyes; allá arriba, en el borde del abismo en el que me han confinado en “estricto apego a derecho” y desde su atalaya de gobernante me mira sólo en la audiencia; esperando el día en que estampará su firma en la sentencia de la que afirma, nadie le dice que hacer.
Aquí nos encontramos resistiendo en esta grieta subterránea, oculta de la mirada publica, clandestina en su corrupción, en el abuso, en la humillación; sometidos al designio de los jueces, los fiscales y policías; esperando, esperando, esperando. Aquí las fantasías se esfuman y nos apalea cotidianamente la realidad, nos dicen que habitamos un edificio invulnerable: el estado de derecho, el imperio de la ley. Ellos con sus nombramientos oficiales sentados al escritorio no voltean al subterráneo; se envisten de instituciones, artículos, fracciones e incisos, para colorear la fachada de sus fortalezas de cristal. Nosotros, con el nombre borrado, negado, vestidos de azul o de beige, buscamos desesperados los peldaños cuya escalera nos lleve a ese otro reino, el de los libres. Ellos en su palacio, nosotros en el hoyo, sin disputa de territorios, le dan reconocimiento a su realidad para llamarle impartición de justicia; nosotros nos aferramos para no desaparecer.
La jueza y el sistema de justicia me dicen homicida, mis compañeros y hermanos me dicen preso político. Se arrogan el derecho de negarnos y de ponernos su nombre, nosotros marchamos, nos plantamos y gritamos. Estamos vigentes, presentes, con cuerpo y con espíritu; somos la realidad que niegan y somos la realidad demostrada con todos los medios probatorios y con sus propias reglas del juego: somos presos políticos y somos inocentes.
¡Que florezca la libertad
y se multipliquen los caminos de lucha!
¡Nos faltan 43!
¡Hasta la Victoria CNTE!
Oscar Hernández Neri.
P.D. Hasta este momento, nos hemos enterado que la búsqueda de perito tercero en discordia para finalizar mi proceso respondieron negativamente la Defensa Nacional, la UNAM, la CNDH, La Comisión De Derechos Humanos del Estado de México y del D.F., el ISSEMYM, Pemex, el Tribunal Superior de Justicia de la Cd. de México. Dicen que no cuentan con el perito necesario.
Y sin embargo, es obligación del estado asignar a este perito.
Más información en: http://niunpresuntoculpablemas.org/2017/05/sobre-la-movilizacion-del-jueves-27-de-abril/