Prof. Oscar Hernández Neri, 9 de Febrero de 2016. Audiencia No. 45 – Describe algunos de los Malos tratos y vejaciones que viven quienes estan recluidos

Reclusorio Molino de las Flores

Texcoco, Estado de México a 19 de Febrero de 2016.

AUDIENCIA NO. 45

MI EDAD ES DE MEDIO SIGLO

HERMANOS, HERMANAS

COMPAÑERAS Y COMPAÑERAS

Estoy escribiendo estas líneas porque no tuvimos clase, para variar.

Las vacaciones que apenas terminaron y que se prolongaron por más de tres meses en nuestro eficiente núcleo escolar penitenciario, continúan aferradamente matizando mi readaptación social, tan ansiada por el juez, los magistrados y el procurador.

Estoy cumpliendo cincuenta años de edad y créanme, si alguien acaso lee esta interrupción de la calma post papal, no se siente nada. Pesan más veintiún meses de cárcel que medio siglo de multiplicación celular en los tejidos del cuerpo. Duele más el domingo de horas mudas; el encierro de las siete de la noche diaria, perenne, asfixiante; la lista del custodio en su compas homicida de cinco tiempos; los amaneceres en la oscuridad vana de la celda, que la biografía pentagenaria.

Estoy escribiendo frente a dos plantas fieles, verdes y limpias: una, condenada a permanecer, a desafiar su edad, como yo, se llama siempreviva; otra, un plantillo, de flores rosas y hojas suculentas, abrazadoras, extendidas como beso incondicional. Pasan mis amigos que van a procesados, a Casa Blanca (dormitorio 5). A sentenciados, levantan su mano o me avientan una sonrisa o un qué pasó profe. Curioso, les confieso, también me saludan cuando estamos en cuclillas defecando y desde la casi imperturbable desnudez correspondo la deferencia para el profe Neri, que así es como se me identifica en esta disímbola comunidad.

Desnudez en mis cincuenta.

Ni perversión, ni irreverencia, ni grosería. Les platico.

revision carcelaria

 

Ayer al medio día vi como en el patio del Dormitorio de Procesados, el número dos, encueraban a los internos, les tomaban fotos y les revisaban el cuerpo. Estaba la directora del Penal; la custodia que siempre la acompaña, con su pantalón camuflageado, la operadora, la que representa, fornida, imponente; las enfermeras del área médica; personal con bata blanca, que no conozco; el coordinador médico; el comandante y varios custodios. Los presos de ropa azul salían en grupos al área con sol, allí se quitaban la camisa uno por uno; los médicos revisaban su piel, les pedían que se bajaran el pantalón, que se voltearan, que se bajaran los calzones, que subieran su escroto, que se entreabrieran las nalgas, algunos. Ellos se veían nerviosos, desconcertados, algunos tímidos, otros inmutables, otros indiferentes. Desfilaban desvistiéndose y vistiéndose para mostrar la piel de todo su cuerpo, creo porque hay enfermos de la piel, se rumora una infección de hongos y otros hablan de roña.

Nada improbable por las condiciones de hacinamiento y falta de higiene. A algunos les tomaron fotografías, ya de cerca, y ya de lejos. ¿Qué sentían las enfermeras, la custodia, la directora, de ese espectáculo? ¿Qué vivían en su interior los hombres expuestos al poder, a la enfermedad, al público y a merced de la autoridad? Quiero, deseo pensar que les divirtió, que no les afecta o importa. A mí sí me indignó, porque es un ejercicio perverso del poder al amparo de los altos muros de concreto y el clandestinaje garantizado por el silencio, so pena de ser castigado o reprimido si alguien se poncha, es decir, si lo denuncia o se queja. Todo quedará ahí, todos lo olvidarán. ¿Qué puede importar la desnudez de unas decenas de prisioneros, a los que se les ayuda a impedir una epidemia?

Hoy nos tocó cacheo al Dormitorio Uno, donde vivo la espera, donde me ha tocado organizar las incertidumbres para darle forma a lo que vendrá: la libertad. Los custodios revuelven y maltratan todas nuestras pertenencias, por fortuna nada desapareció. Sólo un interno se queda en la celda, los demás debemos salir para ser revisados. Un hombre de negro, que no me devuelve mi saludo de buenos días, recorre mi cuerpo encima de la chamarra, me la quito, saca todo lo de las bolsas, me ordena, le entrego el monedero, lo observa y manipula; bájate el pantalón, dudo en hacerlo, hasta los tobillos, dijo; el calzón, lo miro a los ojos, él no voltea sólo mira mi movimiento, le muestro mis genitales, tengo los dientes apretados. Ya no sé cuántas veces me han obligado pero no se aleja de mí la rabia. Aunque sean personas, aunque sea su deplorable trabajo con el que sostienen sus familias, no evito la repulsión, ésta cólera que me carcome pero que también me empuja vigorosamente a resistir y a vencer en mi lucha contra la injusticia. Ya en otra ocasión dije al custodio Omar, porqué desvestirme si no traigo nada; es nuestra chamba, dijo. No entiendo como puedan habituarse a ver miembros, le respondí, encontrando su silencio.

Con los vientos fétidos de49 muertos en Topochico y los heridos en Tamaulipas, con la sorpresa del Papa Francisco en el Penal de Ciudad Juárez, con los encuerados de ayer, con mi cuerpo cacheado y mi pantalón hasta los tobillos, cumplo, alcanzo, conquisto, me prolongo hasta los cincuenta. Vestido con el uniforme de preso, con la incriminación de asesino y a la vez desvestido para mostrarme desnudo, para mitigar los miedos de que porte armas, droga o algo ilegal, en cumplimiento de los protocolos de seguridad, dicen, se envejece la piel y los cabellos pero se rejuvenece la convicción, la conciencia, el valor de la verdad y la fuerza de sobrevivir. El tiempo hace bien porque nos habita el universo y se recrea dentro del ser. No duele aumentar la edad, mortifica la oscuridad y las horas inútiles del presidio. Bienvenida la experiencia, el entrenamiento, el movimiento de la historia personal. Malvenida la indiferencia y la cómplice conformidad.

Los verdugos se regodean entre sus pírricos triunfos anunciando en la televisión que incrementaron las estadísticas de sentenciados y vinculados a proceso; que certificaron cuatro cárceles mexiquenses, Texcoco no; que se reducirá el gasto público y se controlará la devaluación. Que se continuará investigando el paradero de los normalistas de Ayotzinapa. Nuestros pueblos reafirman su Fe, apadrinada por el Estado laico y sus inversionistas, succionado de un hombre de 79 años la esperanza para el enfermo, para el dolido, para el pobre, para el migrante, para el preso.

Estoy en la audiencia 45 de mi proceso, bordeando el medio siglo y atestiguando la lentitud, la indolencia de los administradores de la justicia ante un crimen construido con intereses oscuros, ineptitudes y complicidades. Estoy tan avejentado como me ven tras la rejilla de prácticas del Juzgado Primero en su edificio de expedientes de papel; tan precoz en las preguntas básicas de la vida, como cuando fui el primer día a la primaria; tan adolescente perpetuo como el enamorado; tan adelantado a la época como el que se contagió de lenguajes visionarios: del Ché, de Aleksandra Kolontái, de Martí, de Zapata, de Jesús. Estoy tan lleno de lujos y de opulencia: un plantón que persiste, fuera del Penal; un abrazo fraterno todos los días con sus respectivas palabras de aliento; una hermandad solidaria que me tiende su manto protector en las Prepa 55, 171, 224, en el CEAJA, la universidad Revolución, el SEI, el CTE, el COALT, la CNTE, el MMCRE la CMPA-MN, el FPDT-ATENCO el FUEGO DE LA DIGNA REWSISTENCIA. Tengo al sol todos los días, renovando la fuerza de los guerreros; a la noche que me enseña a cultivar la calma, al tiempo como expansión del universo y que se crece con las conciencias vitales; y tengo, ante todo, la arquitectura inteligente de lo inminente: la libertad.

Por todo ello, bien vale celebrar con la energía de este medio siglo, su apuesta, nuestra apuesta; no al prisionero, sino a las alas abiertas de esta lucha, de esta razón.

¡Salud!

Abrazos, Abrazos, Abrazos.

Oscar Hernández Neri.

 

Fuente: http://niunpresuntoculpablemas.org/2016/02/comunicado-9-de-febrero-de-2016-audiencia-no-45-mi-edad-es-de-medio-siglo/


N. de R. En otros países como brasil, ya se estan implementando políticias para evitar los malos tratos a las visitas.

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