La higuera frota su viento
con la lija de sus ramas,
y el monte, gato garduño,
eriza sus pitas agrias.
¿Pero quién vendrá? ¿Y por dónde…?
(Romance Sonámbulo.
Federico García Lorca)
Sí, el viento y la montaña parecen conocerse desde hace tiempo. Podría decirles la fecha exacta, pero no viene al caso… o cosa, según. Puede que no se entienda esa firme pero aparente resignación o resistencia: la montaña en soportar uno y otro zarpazo; el viento en su aparente replegarse, darse por vencido para regresar luego. Siempre lo mismo, siempre diferente.
Pero no son estos atropellados requiebros los que le preocupan a la montaña. Ha visto peores, si es que le preguntan. No, las que le ocupan son las tormentas que llegan con trascabos, máquinas excavadoras, buscadores de minerales, empresas turísticas, fábricas, centros comerciales, trenes, gobiernos que simulan ser lo que no son, destrucción, muerte. En suma: el sistema.
Así que no sería de extrañar que lleguen a un acuerdo, montaña y viento. Después de todo, comparten la misma madre: Ixmucané, la más sabedora.
No, no les diré la fecha exacta de su primer encuentro. Pero digamos que se conocen de tiempo atrás, que el gesto escéptico y la mueca de desprecio de la montaña ante los primeros rayos y ventarrones es algo ya rutinario. Lo mismo la insolencia del viento al arrancarle a la montaña, a fuerza de lluvias, vientos y truenos, mechones de la verde cabellera. Los arañazos que con torpe pasión lanza el viento, heridas como zanjas acuosas, no alcanzan a atenuar el acre rechazo del monte. Se encuentran, se desencuentran, y, al cabo, terminan por abrazarse y despedirse sin promesas, ni confesiones. Una compleja relación que mucho tiene de aceptación y de rechazo. “Amor”, pues.
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Dicen que dicen que cuentan que narra una leyenda aún por escribirse, que hubo una reunión y que a ella convocaron a la familia de Votán, guardián y corazón del pueblo. Y así dijo la montaña:
“Mis crías, las más queridas, ya viene lo que leyeron antes en mis pieles y cabellos. El viento hermano, el señor Ik´, trae noticias fieras de otra tormenta, la más mortal de todas. Ya lo sabemos. Y toca a toda la familia resistir y defender. Ustedes son los guardianes que fueron creados para proteger. Sin ustedes, morimos y sin sentido vagamos. Sin nosotras, ustedes se vuelven seres perdidos, con sólo vacío en su corazón y sin esperanza en su existencia. Cuenta el Ik´ lo que su corazón miró: que, en cielo y tierra, los animales comparten la inquietud y la zozobra.
Lo escuchan en el Cauca y en los barrios de Eslovenia. En el Japón y en Australia. En el Canadá y en SLUMIL K´AJXEMK´OP. En Noruega, en Suecia, en Dinamarca y en la Nicaragua que ni se rinde, ni se vende, ¡jamás! En La Polvorilla y en la herida que el tren transístmico, llaga supurante se hace en el corazón de los originarios que luchan. En las patrias que la guerra multiplica como desgracias y en quien tiene los Brazos Abiertos para socorrer al desvalido. En Ostula y en Groenlandia. En el Haití torturado y en los cenotes mayas mancillados por los rieles de la demagogia. En los desplazados y en el desalojado de la vida por la extorsión. En la @ libertaria que advierte, desde hace tiempo, que el Estado no es una solución sino un problema. En la niña palestina que con esa bomba recibió la incógnita de la vida… y la certeza de la muerte.
Así lo hablan al hermano pueblo Saami, al mapuche, al gitano con la casa a cuestas, al originario de todas las tierras y mares, a quien lucha y resiste en la tierra que se crece para arriba, al pescador que en el mar labra la vida. Se lo cuentan a niñas que entienden la lengua olvidada. A niños de mirada seria. A mujeres que buscan ausencias forzadas. A las personas ya de edad que maquillan sus cicatrices como arrugas dolientes. A quienes no son ni él ni ella y que se chingue Roma. A todos los seres humanos que, como el maíz, tiene todos los colores y en la mesa, el suelo, el regazo tiene todos los modos.
Pero no todos escuchan. Sólo quien mira lejos y hondo, entiende lo que esa palabra que habla Ixmucané, la más sabedora, dice y advierte.
Así que busquen el modo, mis crías. Y busquen el quién. Levanten la palabra con el señor Ik´ en una mano y mi corazón en el otro. Recuerden al mundo que la muerte y el mañana se gestan en las sombras de la noche. La luz se forja en la oscuridad”
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Sí, se volvieron a encontrar el viento y la montaña. Pero esta vez fue diferente. La madrugada había alargado su llegada, sofocada tal vez por el calor, pero al primer rayo rajando el huapác, se presentó de inmediato con una lluvia como bofetada.
En la champa, el ruido de las gotas sobre el techo de lámina poco o nada permitía escuchar. Pero se alcanzaba a mirar con nitidez, gracias a la tambaleante benevolencia de un mechero, sobre la mesa -quemada y con briznas de tabaco húmedo-, un papel con múltiples rayones. En él, lo único que se leía con claridad era:
“La paciencia es virtud del guerrero”.
Vale. Salud y que la noche nos encuentre como es ley, es decir, despiertos.
Desde las montañas del Sureste Mexicano.
EL CAPITÁN.
Agosto del 2024.
P.D.- Sí, claro, y de la guerrera. Sí, y de loa guerreroa. ¿De le guerrere? ¿En serio?
Fuente: https://enlacezapatista.ezln.org.mx/2024/08/01/recomenzamos