Reclusorio Molino de las Flores
Texcoco, Estado de México a 31 de Octubre de 2016.
Compañeras y compañeros de la
CARAVANA CONTRA LA REPRESION EN MÉXICO.
Hermanos y hermanas de todas las naciones
Glorioso el momento y el lugar que el infinito ha dispuesto para encontrarnos con nuestras voces y nuestros corazones. Bien haya el encuentro, la confluencia de historias y esperanzas.
Saludo fraternalmente desde la cárcel de Texcoco a toda la gente que lee, que escucha o que siente los mensajes de nuestra familia. Les agradezco pensar en nosotros, imaginarnos o compadecemos. El mayor tesoro que hemos ido a buscar más allá de las fronteras, hasta todo rincón, es la comprensión humana, la unión de conciencias y el brazo que saluda nuestras causas.
Estamos en la prisión, nos quitaron la libertad; estamos tristes, nos extraviaron a nuestros hijos, nuestros hermanos; estamos indignados, desaparecieron a nuestras hijas; estamos refugiados, nos quitaron la casa, la tierra, el agua, los árboles, estamos explotados, nos quitaron el trabajo; estamos despojados, nos aniquilaron los derechos con reformas estructurales; estamos asesinados, armas y policías sirviendo a los poderosos abrieron fuego.
Estamos desastre, hermanándonos para pervivir. Aprendemos a mirarnos, a abrazarnos, a darnos calor con el alma rebelde, irreverente.
Nuestras catástrofes diminutas son efecto de un imperio mayúsculo del abuso del poder, del interés desmedido de acumular riqueza, del fallido sistema de justicia, de los canallas convertidos en gobierno.
En las primeras planas de la dominación pululan seres protervos, corrompiendo y ensuciando todo lo que tocan: la administración pública, la política, las leyes. Los juzgados, la educación, la iglesia, los ecosistemas, la vida misma.
El respeto, la honestidad, la verdad, la cultura y la naturaleza son secuestrados todos los días, se les levanta en la calle, se les confina en torturas y se les aniquila después de cobrar el rescate. No hay diferencia entre la delincuencia organizada a la procuración e impartición de justicia. Los bandoleros usan las mismas oficinas que los jueces, los fiscales y policías. Las leyes, los reglamentos, acuerdos parlamentarios y decretos se han puesto como meta la fortuna y las cuentas bancarias y la expoliación inhumana de los débiles.
Pero armados con nuestros miedos, nuestros llantos, nuestra angustia, nos mantenemos a flote en esta marejada y dándonos energía como rayos y centellas, que iluminan nuestra oscuridad, nos mantenemos de pie, mirando al frente, creciendo, aumentando, expandiéndonos.
En nuestra cabellera hay más canas, más arrugas en la cara, mas dulzura en la luz y latidos generosos en el corazón. Ahora incluso, nuestra palabra y pensamiento viaja en busca del oído receptivo, de los sentidos abiertos, de los cerebros sensibles, para resonar, para hacer eco, para construir un destino en el que brillemos y hagamos libres a los presos, aparecidos a los ocultos, completos a los mutilados y dignos a los maltratados.
Esta caravana contra la represión en México es un bello accidente de la historia. Hagámoslo un alud de esperanza y deseo vibrando con la energía que precisa nuestra sociedad y nuestro mundo. Actuemos ahora para llegar a hijos y nietos la enseñanza que a su vez estamos aprendiendo a golpe de desgracia.
Crezcamos en la libertad interior, en la voluntad que agranda el destino y en la búsqueda de la razón que no se humilla ni humilla a nadie.
Multipliquemos el mensaje, hablemos claro, con el teléfono, con la computadora, con las manos, con una carta, con una imagen, con una nota periodística. Vibremos con los brazos activos o con los pensamientos expuestos en el lenguaje, tejamos redes, eslabonemos muchas cadenas.
Crezcamos la rebelión de las diferencias, de las diversidades, de las asimetrías, de las minorías, de las disidencias. Acompañemos este peregrinar. Abramos la brecha que ojala nadie tenga más que caminar.
¡Nos faltan 43!
¡Que florezca la libertad y que se multipliquen
los caminos de lucha!
¡Hasta la victoria CNTE!
¡Las queremos de regreso a casa!
Oscar Hernández Neri
Preso político.