Fuente: lajornada
El Sindicato Mexicano de Electricistas (SME) realizó ayer una de las mayores movilizaciones de su historia. Decenas de miles desbordaron el Zócalo y con camisetas rojas de muchas batallas extendieron su presencia por todo 5 de Mayo, Madero, Juárez y Reforma hasta la Diana, en defensa de su fuente de empleo. Su marcha abrió una posibilidad, pues el gobierno federal aceptó sentarse a partir de hoy a dialogar con este gremio, según les mandó decir el jefe de Gobierno capitalino, Marcelo Ebrard.
En respuesta, los electricistas acordaron solicitar a Ebrard Casaubon que funja como mediador en el conflicto.
La movilización, a la cual asistió Andrés Manuel López Obrador, rebasó todas las expectativas y pudo haber llenado cuatro veces el Zócalo. Los organizadores estimaron que hubo más de 300 mil personas. Según cálculos de las secretarías de Seguridad Pública federal y capitalina, el contingente fue de más de 150 mil asistentes.
El SME aglutinó ayer a sindicalistas, profesores, campesinos, estudiantes, amas de casa, organizaciones sociales, políticas, intelectuales y legisladores; estos últimos propusieron una huelga general de pagos de luz en el centro del país, porque al extinguirse Luz y Fuerza del Centro (LFC) ya no hay a quién pagarle.
El bullicio de los trabajadores se inició desde las 2 de la mañana, cuando empezaron a llegar miles de personas procedentes de Oaxaca, Puebla, Morelos e Hidalgo para apoyar a los electricistas. La marcha partió de la glorieta de La Palma al filo de las 16 horas, y los manifestantes inundaron Reforma hacia el centro de la ciudad.
Enojados y dolidos por la extinción de su empresa, la mayoría de los electricistas llegó con su familia; vestían camisetas rojas, símbolo de este sindicato, y portaron pancartas contra el Presidente.
Calderón ¿puedes dormir?, nosotros no, dejaron a mi papá sin trabajo. Felipe, ¿ya saben tus hijos cuántos niños dejaste sin comer?. Felipe: presidente del desempleo. Calderón, entraste en la noche como vil ladrón y nos dejaste sin comer. No nos mata la influenza, nos mata Calderón, decían algunas de las miles de cartulinas que acompañaron la movilización, que fue tan extensa que cuando la vanguardia había llegado al Zócalo, el último contingente aún no salía de la Diana.
Martín Esparza, líder del SME, encabezó la marcha acompañado, entre otros, por Rosario Ibarra, Porfirio Muñoz Ledo, Graco Ramírez, Benito Bahena, Jesús Martín del Campo y Jaime Cárdenas, quienes avanzaron entre consignas como si no hay solución habrá revolución y decreto popular: renuncia Calderón.
Desde el inicio, la movilización fue vigilada por cientos de granaderos y policías capitalinos a pie. Por aire, la SSP federal desplegó tres helicópteros; supuestamente dos sirvieron para que algunos fotógrafos hicieran tomas aéreas, y en el otro observara todo el tiempo el coordinador de las fuerzas federales, Rafael Avilés Avilés.
Al filo de las seis de la tarde la vanguardia llegó al Zócalo; al paso del contingente se fueron sumando decenas y decenas de manifestantes, entre ellos estudiantes de la UNAM, Chapingo, UAM y Bachilleres; trabajadores del INAH, de la Secretaría de Energía, mineros, pilotos, sobrecargos, integrantes de IMSS, Sutin, Colegio de Posgraduados; Sindicato Democrático del Metro y del Frente de Pueblos en Defensa de la Tierra.
Los electricistas recibieron el respaldo de la gente que desde las banquetas aplaudía o les gritaba no están solos.
A su llegada, en la Plaza de la Constitución se extendió la consigna ¡Aquí se ve la fuerza del SME!, coreada por miles de gargantas. En ese ambiente, los oradores plantearon paro nacional y referendo que determine si el presidente Felipe Calderón continúa en el cargo.
En el mitin, dirigentes de tranviarios, de la CNTE, del STUNAM y de la UNT plantearon la posibilidad de una huelga por solidaridad; señalaron que este gobierno está orillando a una revolución social; comprometieron ante los trabajadores electricistas apoyo con movilización y recursos para sostener su lucha, y solicitaron que en próximas elecciones la población no otorgue ni un voto al PAN.
Porfirio Muñoz Ledo señaló que la torpeza del gobierno ha hecho que los trabajadores regresen al centro de la lucha nacional, y lo que se hizo al SME fue un golpe de Estado a los trabajadores. El legislador planteó la huelga general de pagos.
Claudia Sheinbaum, representante del gobierno legítimo, señaló que si todos los altos mandos de este gobierno se bajaran 50 por ciento su salario, saldrían los 42 mil millones de pesos que se requieren para que siga operando LFC.
Eran las siete de la noche. Habían pasado casi ocho discursos y la retaguardia del contingente seguía en el cruce de Insurgentes y Reforma. En ese momento llegó al templete la noticia de que el gobierno federal estaba dispuesto a sentarse a dialogar con el SME, Martín Esparza tenía la palabra; sus seguidores le gritaban ¡duro, duro!. Rosario Ibarra sonreía y la acompañaban intelectuales como Paco Ignacio Taibo II.
No pararemos hasta que nos regresen nuestro empleo, nuestro contrato colectivo y nuestra dignidad como obreros, porque la mayor parte de los trabajadores han entregado décadas de su vida a trabajar por su empresa, Luz y Fuerza del Centro, y nos sacaron una noche por la fuerza con miembros de la Policía Federal, como si fuéramos delincuentes; pensaron que nos iban a dividir, pero aquí nos tienen y vamos con todo. En ese momento, madres y esposas de trabajadores ingresaban al Zócalo con velas encendidas.
Esparza pidió a todos que votaran si el jefe de Gobierno, Marcelo Ebrard, debería mediar en el conflicto, y los trabajadores a mano alzada aprobaron la propuesta de su dirigente. También votaron porque este movimiento sea el arranque de la conformación de un gran frente por los derechos de los trabajadores y el inicio de una movilización social conjunta contra la política económica de este gobierno.
El mitin terminó y los trabajadores seguían ahí, no querían que su movilización concluyera, esperaban la llegada de López Obrador y los organizadores tuvieron que explicar que el acuerdo con el dirigente social fue que sólo acompañaría la marcha y no sería orador.
Eran más de las 20:30 cuando los trabajadores se quitaron la gorra y con el puño izquierdo en alto entonaron el Himno Nacional. Los contingentes seguían llegando por 5 de Mayo y Madero, la retaguardia aún estaba en el cruce de Reforma y Juárez, Palacio Nacional los seguía esperando totalmente iluminado.