Decadencia Prematura
Los primeros meses viviendo en El Encino fueron memorables porque se apreciaba el espíritu de solidaridad y cooperación que se había logrado con la convivencia de las asambleas y el trabajo gestionario. Pero el primer acontecimiento que dio al traste fue la modificación estructural y crecimiento en la construcción de casas cuyos propietarios tenían más solvencia económica. En algunas casas se empezaron a instalar tinas con hidromasaje, antenas para televisión privada, pisos y plafones de lujo y aparecían en el estacionamiento automóviles nuevos y costosos. Sus dueños habían simulado carencias económicas con lo que oportunistamente se hicieron de una o más casas que ahora les hacían más desahogada su vida. Aunque había requisitos legales para evitar que eso pasara, pudieron esquivarlos con habilidad. Otras casas no han sido habitadas, se conservan como mero patrimonio para el futuro, en realidad sus propietarios no las necesitaban.
Los habitantes entusiastas por el mejoramiento de la unidad habitacional pronto vieron frustrados sus esfuerzos porque la participación se hizo cada vez más limitada y negligente. La apatía terminó por dominar el panorama y los problemas de robos, riñas, destrucción, escándalos, campean a diario.
La mayoría de condóminos han incrementado sus adeudos en FONAPO debido al retraso de las mensualidades y los intereses moratorios, es comprensible entre la gente de escasos recursos, pero no en aquellos casos donde se ven mejoras ostensibles de sus viviendas, en tanto, la organización UPREZ se ve limitada y hasta cierto punto desprestigiada para gestiones futuras. El agua no se recicla, las áreas verdes se usan arbitrariamente para los autos, en varios lotes han construido cisternas para no tener que afrontar colectivamente el mantenimiento de la bomba general, no hay jornadas de trabajo y todo problema debe ser atendido como sea posible por cada quien.
Los espacios comunes se convirtieron en sitios de disputas entre niños y adultos. En algunos casos la convivencia colectiva se ha tornado enconos derivados de malos entendidos, chismes y falta de respeto a los otros. Se han manifestado también intenciones de lucrar con algunas viviendas y con la “casa de todos”, pero se han podido contener desde la Asamblea y la legalidad.
Es conocida la afiliación al Partido Acción Nacional de algunos habitantes y la inclusión de otros al grupo más retrógrado del municipio, al que pertenecen las autoridades municipales del PRD. En la división también política se manifiesta hoy un rechazo a la causa social de los pobres y a la lucha de la UPREZ.
Lo que fue una unidad modelo por el concepto de hábitat, por su espíritu comunitario, por la calidad de construcciones, por el diseño de la vivienda y el bajo costo de producción, se ha degradado quizá porque su comunidad no correspondió al proyecto, sólo lo hizo suyo simuladamente cuando era necesario hacerlo.
El deterioro ambiental se ve acendrado por las condiciones del entorno. De ser una zona semi rural pasa a ser una ciudad que engulle cada rincón del territorio. La urbanización termina por absorber a cada persona, pues nadie puede abstraerse de los de afuera y de lo que pasa afuera de El Encino, falta el agua, potable, se interrumpe el trafico para entrar y salir, baja el voltaje eléctrico y se multiplican los apagones, en las calles hay un mercado vertiginoso de lotes, casas y toda clase de mercancías, hay nuevos encharcamientos y lodazales, en fin, miles de personas más en el mismo lugar.