Me conoces..?

 

Pues claro que me conoces. ¿O qué, acaso no acabas de “celebrar” la Navidad? Y si la celebraste al modo de los buenos católicos, ¿no me elegiste como la sangre, el oxigeno y el espíritu de la navideña festividad? ¿Pues qué jolgorio celebra este mundo sin mi presencia? Porque claro, sí, yo soy el licor, y he convertido el espíritu de la Navidad en el espíritu del vino. Del licor. De la fuente de toda humana alegría. De la raíz de todo goce mundano. Del generador de los pensamientos negros y criminales. Del artífice de la pasión, el adulterio, el derramamiento de sangre. Yo, el cómplice de la muerte, con la que gobierno este mundo que gracias a mí avanza a traspiés. Yo, el licor…

 

El alcohol. El alcoholismo. De los millones de alcohólicos que registra el país, ¿cuántos, por motivo de la fiesta religiosa de Navidad, se habrán retirado del licor? ¿Cuántos, con el mismo pretexto, se habrán iniciado formalmente en la botella? Las gravísimas consecuencias del alcoholismo de sobra las conocemos: en el país existen más de 6 millones de enfermos adictos, y cada año se suman otros 1.7 millones, muchos de ellos desde la adolescencia Y es asunto de todos que el bebedor provoca maltrato infantil, accidentes de tránsito y enfermedades como la cirrosis que los abstemios conocen de oídas, y los bebedores en hígado propio. Que el alcoholismo lleva a perder más de 175 mil horas-hombre de trabajo quincenalmente, y un ausentismo laboral de más del 15 por ciento. Además… el cuento de nunca acabar. Cuento macabro.

Yo soy el alcohol. A los jóvenes y adultos los hago inmorales, y me complace observar sus fechorías. Soy padre de la corrupción y de la desgracia. Yo enveneno la raza, yo mancho los hogares, yo traigo el envilecimiento y la depravación, el crimen, la locura, el suicidio. ¿Me conoces…?

Pues sí, pero puntualicemos: ¿qué es, en qué consiste propiamente la enfermedad del alcoholismo? El diagnóstico del Dr. J.M. Jellinek, citado por el Grupo 24 horas de Alcohólicos Anónimos:

“El alcoholismo es una enfermedad. Alcohólico es todo aquél que se crea problemas cuando entra en contacto con el alcohol. Un alcohólico, para serlo, no precisa de beber diariamente, ni haber sufrido accidentes de tránsito, ni haber perdido el empleo, ni haber estado en la cárcel, ni destruido su hogar, ni a causa de una amnesia alcohólica, haber cometido un acto delictivo, ni haber sufrido delirium tremens ni haberse muerto por una cirrosis o una intoxicación alcohólica El alcohólico no es un vicioso, no es un degenerado. Es un enfermo”. Sin más.

Y claro, que su enfermedad es incurable, progresiva y mortal, con las etapas sucesivas del enfermo: Pre-alcohólica (el futuro enfermo alcohólico comienza a beber) –Prodrórnica (la del malestar que se produce antes de una enfermedad) – Crítica (ya en desarrollo, la enfermedad produce sus síntomas), y Crónica (que marca el desarrollo final y más grave de la enfermedad).

Mis valedores: con ánimo de que ustedes conserven estos mensajes, y porque honestamente se midan con ellos y por ellos evalúen su relación con el licor o al paciente que tienen en la familia, ahora especifico punto por punto, etapa por etapa las fases diversas de la enfermedad del alcoholismo en toda su gravedad. Lápiz y papel a la mano favor de ir tomando nota los interesados, que debiéramos serlo todos, abstemios para precavernos y enfermos para acudir de inmediato al auxilio médico:

1- Lagunas mentales. No acordarse de lo que ocurrió durante una borrachera 2- Beber “a escondidas”. El bebedor trata de ocultar a los demás que bebe más de lo normal. 3.- Preocupación por el alcohol. Un ejemplo: en el próximo bautizo de su hijo compra mucho licor para celebrarlo “dignamente” 4- Beber con avidez. Tomarse de un solo trago su aperitivo o una cerveza lo más rápidamente posible 5.- Sentimiento de culpa por su manera de beber. Se da cuenta de que bebe más de lo normal y empieza a ver los primeros desarreglos en su hogar.

6.- Evita hablar del alcohol. No le gusta que lo llamen “borracho”, “alcohólico”, etc. 7- Frecuencia de las lagunas mentales. Hasta aquí, el enfermo todavía puede ser encauzado por una campaña contra el alcoholismo. 8.- Pérdida de control. Aquí se inicia la ‘Tase crítica”, donde se desarrolla la enfermedad. Una vez ingerida la primera copa en el bebedor se despierta la necesidad de seguir bebiendo. Se trata del clásico: “ya me piqué…” 9.- Razona su comportamiento de bebedor, lo que significa que convierte todos los pretextos en razones para beber.

10.- Presiones sociales. Su conducta ya es objeto de recriminaciones en el hogar, en el trabajo, etc. 11.- Comportamiento prepotente y fanfarrón. El individuo se siente el mejor trabajador, aumenta sus capacidades económicas, etc. 12.- Conducta marcadamente agresiva (Sigo mañana) fuente:elvaledor.com.mx

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